miércoles, 17 de mayo de 2017

Manos ardiendo


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A veces,
cuando el sol despunta 
sus primeros rayos
y el sonido de la mañana
derriba los muros del silencio,
hay voces que enmudecen
esclavas de lo que callan.
Es tan fácil 
la implacable diligencia
de la palabra,
que me rindo
a la voz del poema.
Esperando que salga
indomable, anegado,
latiendo del pecho,
quemando las manos,
danzando en el fuego,
haciendo cenizas el papel...
(No hay palabra
que se haga nudo 
en la garganta,
para unas manos ardiendo…)
Taté GR
3 nov. 16

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